Que la vida no es del todo satisfactoria no es decir una gran novedad. Que esa insatisfacción tiene en gran parte que ver con que queremos hacer lo que no hacemos, estar con quien no estamos, tener lo que no tenemos y ser lo que no somos (si es que podemos decir que somos algo), parece una obviedad que además supone evitar o rechazar todo eso que creemos que no nos producirá satisfacción o nos hará daño.
Pero mientras tanto la satisfacción no acaba de llegar y con su ausencia nos acompaña una pequeña dosis de sufrimiento.
Seamos sinceros. Todos sufrimos de una u otra manera. En nuestro interior muchos de nosotros experimentamos una punzada de dolor emocional, psicológico o físico que afecta a diversos rincones de nuestras vidas. La fuente de ese sufrimiento no siempre es directamente accesible a la observación consciente y a menudo se enmascara detrás de nuestro deseo de cultivar experiencias positivas y emocionantes. Creemos que evitando o rechazando los que consideramos aspectos negativos de la vida todo irá mejor. Todo esto puede proporcionar un alivio temporal ante la la experiencia del sufrimiento pero muchas personas se encuentran acosadas por patrones recurrentes de dolor o acampañados del sentido de que algo está mal en sus vidas, el sentido de la falta de sentido. Como si una voz desde lo profundo de nosotros mismos hiciera eco en nuestra conciencia diciendo que las cosas deben ser diferentes a como son.
De hecho las cosas deben ser diferentes a como son, pero en la actitud que tomamos ante ellas, hay está la clave. La perpetuación del sufrimiento viene del empeño en tratar de solucionar los problemas una y otra vez con la misma estrategia fracasada. No depende de que cambien las circunstancias, de que tengamos más o menos cosas, de que estemos con esta u otra persona…
Depende de elegir la conciencia en el presente como prioridad frente a la compulsión de la añoranza del pasado o la planificación de un futuro más «feliz».
Depende de abandonar el juego del anhelo o la evitación y tratar de construir una actitud de aceptación.
Depende de aumentar el tiempo y la calidad de observación frente al juicio rápido y constante de todo lo que sucede dentro y fuera con ideas preestablecidas de cómo debe ser el mundo.