Por debajo de la superficie del océano hay un mundo de fuerzas mecánicas contrarias y complementarias que empujan y chocan, generando olas que se elevan y rompen en las costas de todo el mundo. Nuestra experiencia del mundo surge de manera similar. Los objetos entran en nuestra conciencia a través de interacciones mutuas de las que no siempre somos conscientes. La idea del «origen condicionado» establece que el contenido del mundo no son entidades aisladas en sí mismas, sino más bien cadenas de una intrincada red que abarca a todo nuestro universo.

Debido a la inmensidad de las interconexiones, nuestras mentes han desarrollado complejos sistemas de compartimentar y analizar el mundo en partes más manejables que a menudo confundimos con la realidad. Sin embargo, todo con lo que interactuamos – desde nuestros propios cuerpos con smartphones, tablas de surf y girasoles en flor – se compone de una multitud de piezas con funciones emergentes que no pueden ser reducidas a una sola fuente. Más bien, cada parte interactúa con otras para crear algo que de otro modo no habría existido independientemente en nuestro mundo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *